domingo, 26 de junio de 2011

EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO




Texto del Evangelio (Jn 6,51-58):

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».

Discutían entre sí los judíos y decían: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».

REFLEXIÓN

¿Qué dice este texto? Trato de memorizar algunas frases.

Me detengo en lo que me impacta y cuestiona. Ojalá tenga una Biblia a mano para leer el contexto. El Cuerpo eucarístico del Señor, ¿tiene algún lugar importante en mi vida?

Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, es decir, es el día en el que celebramos la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Recordamos que la institución de la Eucaristía se dio el Jueves Santo, durante la Última Cena al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre.

Los invito queridos amigos de este blog a que en la semana o cada mes de sus vidas puedan dedicarle un momento a Jesús Eucaristía en el Sagrario; los invito a que le den gracias, a que se maravillen ante este gran regalo de amor.


El Sagrario en las Iglesias. Lugar en el que Cristo eucarístico permanece con nosotros.







sábado, 18 de junio de 2011

LA SANTÍSIMA TRINIDAD



La Trinidad es uno de los "misterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto". La intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.

Al designar a Dios con el nombre de "Padre", el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad humanas (cf. Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cf. Ef 3,14; Is 49,15): Nadie es padre como lo es Dios.

Jesús ha revelado que Dios es "Padre" en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo único, el cual eternamente es Hijo sólo en relación a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27).


Por eso los apóstoles confiesan a Jesús como: "el Verbo que en el principio estaba junto a Dios y que era Dios" (Jn 1,1), como "la imagen del Dios invisible"(Col 1,15), como "el resplandor de su gloria y la impronta de su esencia" Hb 1,3).

Después de ellos, siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó en el año 325 en el primer concilio ecuménico de Nicea que el Hijo es "consubstancial" al Padre, es decir, un solo Dios con él. El segundo concilio ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, conservó esta expresión en su formulación del Credo de Nicea y confesó "al Hijo Único de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, consubstancial al Padre".

Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de "otro Paráclito" (Defensor), el Espíritu Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf. Gn 1,2) y "por los profetas" (Credo de Nicea-Constantinopla), estará ahora junto a los discípulos y en ellos (cf. Jn 14,17), para enseñarles (cf. Jn 14,16) y conducirlos "hasta la verdad completa" (Jn 16,13). El Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre.

El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.




La verdad revelada de la Santa Trinidad ha estado desde los orígenes en la raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del bautismo. Encuentra su expresión en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicación, la catequesis y la oración de la Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos apostólicos, como este saludo recogido en la liturgia eucarística: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros" (2 Co 13,13; cf. 1 Cor 12,4-6; Ef 4,4-6).

Extractos Del CATECISMO CATÓlICO

domingo, 12 de junio de 2011

DEJARME CONDUCIR POR EL ESPÍRITU

" El Espíritu Santo se nos ha dado para que sea el espíritu de nuestro espíritu, el corazón de nuestro corazón y el alma de nuestra alma. Para que esté siempre con nosotros y en nosotros, no sólo como en su templo, sino como una parte de su cuerpo, es decir del Cuerpo de Jesucristo, que es suyo, y que debe estar animado por Él..."
Extracto Leccionario eudista. 19, pág. 64.



Acojo, contemplo y adoro el don de Dios, que es el Espíritu Santo.
Doy gracias a Jesús por haberlo enviado como Consolador. A Él que es vivificador y re-creador, le pido que me haga disponible para dejarme conducir y abrazar por el fuego de su Amor.

miércoles, 8 de junio de 2011



BIENAVENTURADA MARIA DRÖSTE

LA CONSAGRACION DEL GÉNERO HUMANO AL SAGRADO CORAZÓN. (II Parte).

Dando una mirada retrospectiva a los acontecimientos de la Iglesia del siglo 20, las comunicaciones del Sagrado Corazón a María Dröste se consideran como acercamiento directo del ecumenismo y de los decretos del Vaticano II. Esto es lo que afirma el P. Ricciardi: “La extensión de la consagración a todo el género humano fue la primicia y la lejana preparación, ciertamente inspirada y querida de Dios, en el Concilio Vaticano II, en el movimiento ecuménico que ha suscitado gracias al encuentro entre la Iglesia de Roma, no solamente con las otras Iglesias cristianas de hermanos separados, sino también con los no bautizados y los no creyentes“.

En la Encíclica Annum Sacrum que anunciaba la Consagración del género humano al Sagrado Corazón en 1899, León XIII lanzaba lo que podríamos llamar un discreto llamado al ecumenismo, cuando retomaba, en sus propios términos, los objetivos de la Consagración que le había transmitido María. Sesenta años más tarde, exactamente, en 1959, Juan XXIII anunciaba su intención de convocar un Concilio Ecuménico. Ese Papa no pudo ver la primera versión del Decreto sobre el Ecumenismo. Pero el espíritu del movimiento de apertura hacia nuestros hermanos separados estaba en marcha y, el 21 de noviembre de 1964, el Papa Pablo VI lo promulgaba como uno de los Decretos del segundo Concilio histórico del Vaticano.

Ese lento, pero siempre más amplio movimiento hacia la unidad nos recuerda como María Droste describía su comprensión de la petición del Señor tal como ella la exponía en su carta a León XIII: “El Señor me hizo conocer que, por ese nuevo impulso que debe tomar el culto de su divino Corazón, Él hará brillar una luz nueva sobre el mundo entero, y estas palabras de la tercera misa de Navidad me penetraron el corazón: Quia hodie descendit Lux magna super terram. Me parecía ver (interiormente) esa luz, el Corazón de Jesús, ese sol adorable, que hacía descender sus rayos sobre la tierra, primero más estrechamente, después ensanchándose, y en fin iluminando el mundo entero. Y él dijo: “Los pueblos y las naciones serán iluminadas del resplandor de esta luz, y serán abrazados en su ardor”.

A través de León XIII, la Iglesia afirmó ese “nuevo desarrollo del culto al Sagrado Corazón de Jesús“, al alba del siglo XX. En medio de ese mismo siglo, Juan XXIII abría el Segundo Concilio del Vaticano que, por primera vez en la historia, dirigiría su mensaje a toda la humanidad y no solamente a los fieles de la Iglesia Católica. El tema de la luz subrayado por el Papa Juan es el tema clave de ese gran Concilio y LUMEN GENTIUM es la expresión que abre el documento más importante de ese Concilio, la Constitución Dogmática sobre la Iglesia.

Hoy día, 8 de junio celebramos el aniversario de la muerte de María y el cumplimiento del encargo que le fue confiado por el Señor. Comprendemos mejor, que ella fue una mística y que le fue dado el vivir una unión muy íntima con Dios. Sin duda, ninguno-a de nosotros será un “místico-a“ a la manera de María, pero todos estamos llamados a la contemplación en el corazón de nuestra acción apostólica. Ninguno de nosotros será tal vez, invitado a sufrir tanto como ella, pero todos podemos responder con amor, como ella lo hizo, a las dificultades y a los desafíos que encontramos en nuestra misión del Buen Pastor. Tal vez no seamos nunca llamados a transmitir a la Iglesia un mensaje particular del Sagrado Corazón, pero tendremos siempre numerosas ocasiones de trabajar para su Gloria y la salvación de las personas.

Lo esencial y el corazón del mensaje de María para nosotros hoy día es: seamos “buenos pastores“, en todas las culturas, todas las circunstancias de la vida, plenamente confiados de que encontraremos en la misericordia inagotable del Corazón de nuestro Buen Pastor, la creatividad para responder a las necesidades del tercer milenio.

Del Acto de Consagración al Corazón divino de Cristo (Extracto)

Entré en contacto personal con el Amor Eterno, por el Santísimo Sacramento... he recibido el inestimable don de Dios. Desde entonces el Amor del Redentor me urge...También imploro el Amor Eterno para todos los hombres. Qué él me otorgue el poder derramar su Amor en los corazones de todos; que él me haga acoger a los pobres con compasión; a los oprimidos, los excluidos, los que están en peligro y los que han caído, para conducirlos a Él, el Divino Corazón, Él, el Buen Pastor. Qué esta fuerza me sea dada por el Santísimo Sacramento de su Amor humano-divino!

María Dröste, religiosa del Buen Pastor, fue beatificada por Pablo VI. (1-11-1975)

En religión tomó el nombre de MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN.

Extractos de la Conferencia de Hna. James Wilson - Centro Espiritual del Buen Pastor, Angers 1999


martes, 7 de junio de 2011

BIENAVENTURADA MARIA DRÖSTE, 8 de septiembre de 1863 – 8 de junio de 1899.


LA CONSAGRACION DEL GÉNERO HUMANO

AL SAGRADO CORAZÓN.

11 de junio de 1899

El P. Ricciardi en la introducción de su Biografía de María, habla de ella como “el alma del movimiento espiritual que condujo a la consagración del género humano al Sagrado Corazón, por el Papa León XIII, a fines del siglo XIX”. La expresión “movimiento espiritual” es importante para situar bien a María Dröste en la línea de los santos que han propagado la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, entre ellos: Santa Gertrudis, San Juan Eudes y Sta. Margarita María de Alacoque.

Así, el mensaje eclesial que el Señor le confió el último año de su vida, aparece como la meta de un largo desarrollo de la espiritualidad del Corazón.

A través de las sencillas palabras de su “Autobiografía“, podemos seguir el caminar de María en una creciente unión mística. Aun cuando esa autobiografía no fue nunca terminada, nos da una rápida visión acerca de la manera como Dios la formó para ser “la esposa de su Corazón“. Sobre todo las cartas escritas a Dom Ildefonse Schöber, Benedictino, y a Don Theotonio Ribeiro, su director espiritual en Oporto, Portugal, son para nosotros preciosos documentos, y en ellas leemos el emotivo testimonio de los caminos del Señor para un alma elegida.

En sus cartas a Don Theotonio, ella se refiere con frecuencia a la alegría que experimenta en esa intimidad creciente con el Sagrado Corazón. “Usted ya sabe, de qué manera yo siento con frecuencia su presencia y que, por eso, disfruto de un gozo inexplicable” y también: “Las visitas de Nuestro Señor me llenan de un gran consuelo.“

La íntima unión que experimenta en la oración la abre a todas las riquezas de la misericordia del Corazón de Jesús. En una carta del 01 de enero de 1899, ella escribe: “El año de misericordias del divino Corazón de Jesús ha comenzado. No puedo expresar lo que siento al pensar que este año ha sido elegido por Nuestro Señor para el cumplimiento de los deseos que El ha manifestado y que de entre tantos millones, se haya dignado elegirme para comunicarme los secretos de su divino Corazón y los designios de misericordia que ha formado para el mundo. ¡Qué debemos hacer, sino alabarlo y humillarnos delante de Él!

“Designios de misericordia para el mundo”! La unión íntima de María con el Señor le permitió comprender la infinita “riqueza de misericordia” de aquel que le pidió escribir al Santo Padre en favor de la Consagración del género humano al Sagrado Corazón. En su segunda carta al Papa León XIII, ella explica: “Descubrí el ardiente deseo que El tiene, de ver su Corazón adorable más y más glorificado y conocido, y de extender sus dones y bendiciones en el mundo entero”.

Ochenta años más tarde, el Papa Juan Pablo II retoma el mismo tema en su encíclica Dives in Misericordia: “De este modo en Cristo y por Cristo, se hace también particularmente visible Dios en su misericordia....Cristo confiere un significado definitivo a toda la tradición véterotestamentaria de la misericordia divina. No sólo habla de ella y la explica usando semejanzas y parábolas, sino que además, y ante todo, él mismo la encarna y la personifica. El mismo es, en cierto sentido, la misericordia”. (D.M n° 2 )

Aquel que es la misericordia desea “inflamar todos los corazones de su amor y de su misericordia“, como lo escribía María al Papa. He aquí como ella explica ese “designio de misericordia” en la misma carta: “Se podría encontrar extraño que Nuestro Señor pida la consagración del mundo entero y no se contente con la consagración de la Iglesia Católica. Pero su deseo de reinar, de ser amado y glorificado y de abrazar todos los corazones de su amor y de su misericordia es tan ardiente, que él quiere que Su Santidad le ofrezca los corazones de todos los que por el santo bautismo le pertenecen para facilitarle el regreso a la verdadera Iglesia, y los corazones de todos los que aún no han recibido la vida espiritual por el santo bautismo, pero por quienes él entregó su vida y su sangre y que son igualmente llamados a ser un día hijos de la santa Iglesia, para apresurar por ese medio su nacimiento espiritual”.

El P. Ricciardi ve también otro aspecto del mensaje eclesial de la Bienaventurada María Dröste cuando dice que ese mensaje concluye el de Sta. Margarita María de Alacoque. María había escrito antes a Don Theotonio: “El me ha dicho que desea establecer el culto de su divino Corazón, y porque las apariciones a la Bienaventurada Margarita habían permitido que el culto exterior fuera introducido y propagado por todas partes, él quería (desde ahora) que se estableciese un culto interior; es decir, que las almas se acostumbren a unirse ante todo a él, ofreciéndole una morada en sus corazones...”

El “culto interior” había tomado un gran lugar en la vida de María desde su juventud, y cuando Nuestro Señor le pidió que se consagrara a su Divino Corazón, ella compuso, con mucho amor, un Acto de Consagración que recitó esa misma tarde, en la capilla, mientras que el P. Theotonio tenía un cirio encendido: era el 20 de noviembre de 1898, último día del retiro anual.

Este Acto de Consagración se transformó en preciosa herencia para la congregación del Buen Pastor; fue aprobado por León XIII que lo recomendó a la piedad de los fieles otorgando una indulgencia en 1902. Para el P. Chasle, primer biógrafo de María, este acto personal de Consagración fue, como un preludio a la Consagración del género humano que se haría a través del mundo, tres días después de la muerte de María.

(… continuará)

sábado, 4 de junio de 2011

El Corazón de Cristo


Jesús nos dice: “Yo quiero la misericordia y no el sacrificio”

(Mt 9,13; cf Os 6,6)

En este mes evocamos el Corazón del Señor, un corazón lleno de misericordia que San Juan Eudes quiso que fuera el nuestro...

Para el pueblo de la Biblia la palabra Misericordia, denota el apego de un ser a otro. Tal sentimiento tiene su sede en el seno materno, en las entrañas. Es un amor, una ternura que se traduce inmediatamente en actos: es un amor que protege desde las entrañas generadoras de vida y es capaz de dar la propia vida. Esta relación que une dos seres, implica fidelidad, firmeza, resolución y está asociada a la Alianza.

Dentro del proyecto de la Alianza, la palabra Misericordia se orienta en tres aspectos inseparables entre sí: Justicia, Solidaridad y Mística.

· Justicia en el nivel de renovación de la sociedad que procura que la convivencia humana sea conforme a la Alianza.

· Solidaridad: nivel de renovación de la comunidad. La comunidad debe tener estructura y organización para acoger a los pobres y luchar contra el empobrecimiento.

· Mística: nivel de renovación de la conciencia de la dignidad como personas. Dios llega cerca del pobre, del marginado, y de toda persona y le dice: “Yo estoy contigo” (Ex 3,7). La conciencia de que Dios está con nosotros, hace renacer a la conciencia personal y al pueblo. Este es el tercer aspecto: renovarse a conciencia a partir de la Mística, a partir de una experiencia liberadora de la presencia de Dios vivo.

No basta implantar la justicia, practicar la solidaridad y la misericordia. Es necesaria la renovación de la conciencia en la certeza de que Dios está con nosotros.

Jesús propone un Nuevo orden, una nueva visión de las cosas: “Yo vine para que todos tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10). Libera la vida reprimida y oprimida, vida creada por Dios.

Jesús vivió la misericordia: practicó los 3 niveles de fidelidad a la Alianza: luchó por la justicia, la solidaridad y la mística.

No arrancó el sufrimiento del pueblo; fue solidario con su impotencia y su dolor hasta la muerte y muerte de cruz. En la cruz, su amor es impotente pero creíble.

La buena nueva de Liberación, es que la misericordia creadora de Dios continua en la Resurrección de Jesús y en la nuestra.*

1. Subraya lo que más te impacta del texto.

2. Ora lo que tienes subrayado.

3. Qué te dice, como te cuestiona.

4. Háblale al Corazón del Señor según el texto.

5. Compártelo en comunidad, grupo, familia, amistades.

*Extracto de “Reflexiones sobre la Misericordia” de Hna. Enilde de Paula Pedro; Religiosa del Buen Pastor- Brasil

jueves, 2 de junio de 2011

El Corazón de Dios, nuestro hogar


En este mes de junio honramos el amor de Dios hacia la humanidad, en el símbolo del Corazón de su Hijo.

San Juan Eudes (1601-1680) ha sido declarado padre, doctor y apóstol de la devoción al divino Corazón. El ha escrito los fundamentos teológicos de esta devoción.

ORACIÓN AL CORAZÓN MISERICORDIOSO DE JESÚS.

Compuesta por San Juan Eudes.

“Señor Dios, Padre de las Misericordias,

en tu bondad sin medida,

nos has dado el Corazón de tu muy amado Hijo.

Concede a nuestros corazones,

estar estrechamente unidos entre sí, y con Él

A fin de que nuestro amor hacia Ti sea perfecto.

Corazón todo amable y todo amor de mi Salvador,

Sé el corazón de mi corazón, el alma de mi alma,

El espíritu de mi espíritu, la vida de mi vida.

Corazón compasivo y misericordioso de Jesús,

Imprime en nuestros corazones una imagen perfecta

de tu gran misericordia,

A fín de que cumplamos el mandamiento que tú nos has dado:

“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.”

AMEN

El Corazón de Jesús es el confidente, el compañero que más kilómetros nos acompaña, el inspirador de muchas de nuestras acciones. El que abre su puerta, cuando estamos bien, y el que la vuelve abrir cuando nos encontramos mal.