¡Tu Palabra, Señor, está viva! (Jn 1,4).
¡Eres verdaderamente el Dios de la
vida! (Sal 42,3).
La Palabra de Dios echa escritura es
la Biblia.
La
Palabra de Dios hecha carne es Cristo mismo, el Verbo de Dios.
En septiembre se celebra el mes
de la Biblia, seguramente porque en este mes en el siglo XV, se editó en
imprenta la versión de la Biblia en Latín, denominada La Vulgata. Un siglo
después en Basilea se editó la Biblia del Oso en español. (En su portada
aparecía un oso, de ahí su denominación). Los cristiano confesamos el Credo de
los Concilios de Nicea (+ 325) y Constantinopla (+ 381): “Creo en el Espíritu
Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el
Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas”. Así pues tenemos fe en
que el Espíritu habló en la Sagrada Escritura o Biblia por boca de los profetas
es decir de los que hablaron en nombre de Dios.
Para acercarnos a la Biblia hemos de abrirnos con gran fe a lo
que Dios quiere decirnos en el texto. Leer la Biblia es dialogar con Dios:
escuchar a su Espíritu, gustar su Palabra y saborearla con amor en un coloquio entre
dos: Tú y yo.
En la 2a Carta de San Pablo a Timoteo (3,15-17) leemos:
“Toda Escritura es inspirada y útil para enseñar, argumentar,
encaminar e instruir en la justicia. Con lo cual el hombre de Dios estará formado y capacitado para toda
clase de obras buenas”.
Leer la Biblia no es fácil, es
necesario estudiarla, formarse para leerla y orarla, seguir cursos, por ej. en
internet, en las parroquias…
Recomendamos tener una Biblia actualizada con la
última edición o de las más modernas. Puede ser la Biblia de Jerusalén; La
Biblia de Estudio Dios Habla Hoy; La Biblia de Nuestro Pueblo; Biblia de
América… También es bueno contar con un Atlas
Bíblico a mano, a fin de consultar geográficamente los hechos.
¿Cómo leer adecuadamente la Biblia? Con paciencia y disciplina, conocer el
texto, el índice, abreviaturas, fe de erratas, introducciones, notas
de editor, notas al margen, explicaciones especiales, etc. Esto es una gran
ayuda para conocer lo que se leerá. Proponerse leer por ej. todo el Evangelio
de San Marcos. Fijarse un horario diario, semanal… de oración bíblica de media
hora, hacerlo en un lugar silencioso y prepararse pidiéndole ayuda al Espíritu
Santo.
Aplicación
Leo la introducción al texto (Evangelio de Marcos) y me preparo para La
Lectio Divina
Paso: 1° Leo y
releo lo que dice el texto: Por ej. Marcos capítulo 1, versículos del 1-13. Aprendo
lo que dice el texto. Leo las explicaciones de pie de página. Subrayo lo que
más me llega del texto, y me centro en los verbos de acción de las frases, los
subrayo y veo que dicen.
2° ¿Qué me dice el
texto leído, a mí, hoy? Quizá me dice varias cosas; priorizo una y me quedo con
lo que me llega más fuerte. Lo escribo.
3° Qué
le digo yo al texto. Es decir qué le digo a Dios en este texto de diálogo
amoroso y profunda escucha mutua. Puedo
preguntarle, agradecerle, pedirle, vivir el perdón,…
4° ¿A qué acciones me invita el Señor?
La contemplación del texto me conduce a un compromiso, a un cambio de vida en
algún aspecto, por mínimo que sea; algo concreto y fácil de practicar. Lo anoto
con el fin de no olvidarlo y cumplirlo.
En este
proceso es el Espíritu, presente en la Palabra, el que obra nuestra
transformación.
Si en un momento dado no se logra esclarecer
el significado de
algo de lo leído, seguir adelante libremente y no estancarse.
«Desconocer la Escritura es desconocer a
Cristo»
San Jerónimo.