miércoles, 25 de diciembre de 2013

JESÚS HA NACIDO



JESÚS, HIJO DE DIOS E HIJO DE MARÍA HA VENIDO A VIVIR ENTRE NOSOTROS EN UN MARAVILLOSO INTERCAMBIO DE AMOR, EN QUE DIOS SE HACE HOMBRE  PARA QUE EL HOMBRE SE HAGA DIOS.

JESÚS NOS VINO A MOSTRAR COMO HA DE SER EL SER HUMANO QUE DIOS CREÓ:


-UN SER EN COMUNIÓN CON LOS OTROS SERES HUMANOS, HERMANO Y AMIGO DE TODOS Y TODAS LAS COSAS DE LA CREACIÓN

- HUMILDE, RESPETUOSO, CUIDADOSO  Y LLENO DE TERNURA PARA CON LAS CRIATURAS.
-UN SER HUMANO ORANTE, FELIZ EN EL TRABAJO, PREOCUPADO DE LOS DEMÁS, INCLINADO A COMPARTIR.
-MISERICORDIOSO, CAPAZ DE PERDONAR HASTA SETENTA VECES SIETE Y DE LEVANTARSE DESPUÉS DE HABER CAÍDO.
-HACEDOR DE PAZ Y JUSTICIA.
-DEFENSOR DE POBRES Y EXCLUIDOS.
-BUSCADOR PERMANENTE DEL PROYECTO DE DIOS.

domingo, 22 de diciembre de 2013

DESDE EL SENO MATERNO AL SENO DEL MUNDO

EN CAMINO, ÉL, QUE ES EL CAMINO

 YA EN EL VIENTRE MATERNO, EL NIÑO ESPERADO VIAJÓ A BELÉN.

SU DESPLAZAMIENTO, DESDE ANTES DE SU NACIMIENTO NOS INVITA A DEJAR LAS COMODIDADES PARA INICIAR EL CAMINO DE DIOS.

SON LOS TRES, JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, QUIENES HACEN UNA RUTA DE INTIMIDAD EN LAS DIFICULTADES DE LA TRAVESÍA.

ESTA EXPERIENCIA  DE PEREGRINAJE EN EL CLAUSTRO  MATERNO, PREPARA EL NUEVO ÉXODO DE SU NACIMIENTO: DE MARÍA AL CONTACTO HUMANO CON EL MUNDO, PRIMERO EN FAMILIA, EN EL CALOR HUMANO DE AFECTOS PROFUNDOS Y DEL INCONMENSURABLE AMOR TRINITARIO. 

 ¡PAZ EN LA TIERRA!

miércoles, 18 de diciembre de 2013

HILDEGARDA, PATRONA DE LA MEDICINA NATURAL


  UNA MUJER ADELANTADA A SU ÉPOCA

Alrededor del año 1155 escribe sus obras médicas:  Physica  y el libro Causae et Curae, en las cuales aborda multiplicidad de temas médicos a partir del estudio de los elementos de la Naturaleza, del funcionamiento del cuerpo humano y formas más adecuadas de alimentarlo, enfermedades tanto físicas como psíquicas así como sintomatología y tratamientos.

El libro de medicina simple, “la Física”, describe en nueve libros la utilidad para el hombre de las cosas creadas más comunes: las plantas, los elementos, los árboles, las piedras, los peces, los pájaros, los animales terrestres, los reptiles y  los metales. La otra mitad, el libro  Causae et Curae, más breve, es un tratado originalísimo de medicina y fisiología que comienza con la Creación, el hombre y su dependencia del cosmos, y que describen el funcionamiento del cuerpo, regulado por secrecciones internas cuyo desequilibrio provoca las diferentes enfermedades y sus remedios.

En sus obras teológicas, Hildegarda compara muchas veces los proceso del alma a los del cuerpo, o los procesos del cuerpo a los fenómenos cósmicos, geológicos, astronómicos y meteorológicos, desde puntos de vista muy originales y con frecuencia sugestivos.
Respecto de la Medicina propuso un concepto holístico del arte de curar, entendiendo al ser humano como una integración de cuerpo, mente y espíritu.

Para Santa Hildegarda la curación depende de recuperar la amistad con Dios, pues solo Él puede dar la vida plena, la salvación y la salud. Al exponer remedios, la Física dice "sanará", "mejorará" o "se curará si Dios quiere" porque a veces la curación de un enfermo podría perjudicar la salvación de su alma. El dolor es menos traumático para quien goza de buena salud espiritual que para el que sufre sin ella. Al preguntarse ¿qué quiere decirme Dios con esta enfermedad?  el creyente reflexiona sobre su vida y afronta con menos angustia la enfermedad, porque sabe que Dios la permite y que todo sucede para nuestro bien. 



Elabora una tipología femenina apoyada en los cuatro temperamentos clásicos, diferenciándola de la masculina sobre la base de las características sexuales de cada uno. Da gran importancia al amor y añade el análisis de la condición social y de la educación de la mujer.

En años posteriores redacta su libro sobre los principios de psicoterapia Liber Vitae Meritorum, en el cual describe con singular maestría las estrategias psicoterapéuticas para el abordaje en especial de las hoy llamadas enfermedades psicosomáticas.

Su enciclopedia médica contiene más de dos mil remedios y sugerencias.
Para Hildegarda la enfermedad forma parte de la vida como manifestación de la ruptura producida por el pecado original. La caracteriza poéticamente como “carencia y sequedad, como ausencia de lo verde, de lo que es sano y de la salvación”. El verde es sinónimo de salud tanto física como mental.
Asocia a la enfermedad con la maldad, entendiéndola como la productora de la maldad, producto de un desarreglo interior, un quiebre de la belleza y la armonía interiores que constituyen la salud del hombre.
La imagen del hombre sano que después enferma se correlaciona con una visión teológica de la creación y de la caída del hombre (Adán y el hombre pecan y deben ser redimidos, curados). Desde esta caída la enfermedad y la muerte acosan al hombre.
La enfermedad es una condición existencial ante la cual el hombre y la sociedad deben responder. Esta actitud ética (de responsabilidad) es la misma que se sustenta en la prevención y el tratamiento de las enfermedades psicosomáticas tan en boga en nuestro tiempo.
La abadesa de Bingen señaló los cuatro principios básicos para el mantenimiento de la salud: el descanso, el ejercicio, una dieta balanceada con períodos de ayuno moderado, y una conducta moral en que las virtudes juegan un papel fundamental. Propone renunciar a un estilo de vida perjudicial que fracture el equilibrio psicofísico y espiritual para vivir de manera sana. Señala para ello la influencia positiva de la Literatura, la Música y la fuerza de la VirtUd en el logro y mantenimiento de de la salud.


Ref: Rafael Renedo, José María Sánchez de Toca, M ARINA GÓMEZ PRIETO


miércoles, 4 de diciembre de 2013

UNA MUJER MÍSTICA EXTRAORDINARIA (...CONTINUACIÓN)

HILDEGARDA, Teóloga, Doctora de la iglesia

En la luz del Amor, la Sabiduría me enseña y me ordena decir cómo fui introducida en estas visiones. Las palabras que yo hablo no son mías, sino que la verdadera Sabiduría las pronuncia a través de mí ...


Como visionaria, manifestó lo que ocurría en el plano celeste: reveló la naturaleza de Dios, la disposición de las estrellas, señaló el papel que tiene el hombre en la creación y el plan de salvación que se le tiene destinado, puntualizó la manera en cómo se agrupaban las diferentes jerarquías angélicas en torno al Creador, habló sobre el sacrificio de Cristo y la Iglesia, y muchas otras verdades o dogmas. 
También combatió a los cátaros a través de sus escritos y sermones.

Sus dos obras teológicas son el "Scivias" y "Liber Divinorum Operum" (Libro de las Obras Divinas). Scivias la dividió en tres partes: la primera la dedicó a Dios Padre y a los ángeles, en la siguiente aborda el estudio de la Trinidad, la Iglesia, la Confirmación y el ángel caído. En la última parte hay varios simbolismos relacionados con la plenitud de los tiempos y el Juicio final. 

En Liber Divinorum, señala la complejidad de la Creación y reconoce en ella la gloria y la omnipotencia de Dios. Tomemos, por ejemplo, la descripción que hace de Él en Liber Divinorum y en la cual describe lo que ve y seguidamente señala el significado de la misma. 

Visión sobre el Origen de la vida.
En ella se aprecia la representación trinitaria de Dios:

"Vi como en el centro del cielo austral surgía la imagen de Dios, con apariencia humana, bella y magnífica en su misterio. La belleza y el esplendor de su rostro eran tales que mirar al sol hubiera sido más fácil que mirar aquella imagen. Un ancho círculo dorado ceñía su cabeza. En el mismo círculo, sobre la cabeza, apareció otro rostro, el de un anciano, cuyo mentón y barba rozaban la coronilla del cráneo de la imagen. A cada lado del cuello de esta imagen brotó un ala, y ambas alas se irguieron por encima del mencionado círculo dorado y allí se unieron la una a la otra. El punto extremo de la curvatura del ala derecha llevaba una cabeza de águila, sus ojos de fuego irradiaban el esplendor de los ángeles como en un espejo. En el punto extremo de la curvatura del ala izquierda había algo como un rostro humano que brillaba como relumbran las estrellas. Y estos dos rostros miraban hacia oriente. Además, desde cada hombro de la imagen bajaba otra ala hasta sus rodillas. La imagen estaba revestida por una túnica tan resplandeciente como el sol y en las manos tenía un cordero que brillaba como la deslumbrante luz del día. Bajo los pies aplastaba un monstruo de forma horrible, venenoso y de color negro, y una serpiente". 

Esa imagen le explicó ser Él mismo:  “La energía suprema y abrasadora. Yo soy quien ha encendido la chispa en todos los seres vivientes, nada mortal mana de Mí, y juzgo todas las cosas”. Es decir, se trata de una visión trinitaria de Dios donde se presenta a sí mismo como un hombre con dos cabezas (el Padre y el Espíritu Santo) mientras que en los brazos lleva un Cordero (el Hijo). La cualidad celeste se acentúa por el doble par de alas que tiene. Hildegarda explica que la figura representa al Amor, que los reflejos del espejo son los ángeles y el monstruo y la serpiente representan las injusticias y las dudas (es decir el pecado).

En todos sus tratados, la santa describe lo que ve y después señala lo que la voz interior explica de ellas. Algunas ediciones de sus libros están bellamente decoradas con grabados que la muestran en actitud contemplativa, sentada en banquillo de respaldo alto, con la vista puesta hacia lo alto, mientras que una luz resplandeciente cae sobre su frente, como señalando que recibe la visión. 


domingo, 1 de diciembre de 2013

UNA MUJER VISIONARIA, FUNDADORA (...CONTINUACIÓN)

 PROFETISA - ESCRITORA
HILDEGARDA DE BINGEN

El Papa Eugenio III señaló que su obra era al estilo de los profetas, la invitó a seguir escribiendo y autorizó la publicación de sus obras.
Ese don profético fue algo que la santa entendió desde sus inicios. Se concebía a sí misma como un simple instrumento de Dios, como un medio a través del cual se manifestaba sus grandezas. No se preocupaba tanto por interpretar lo que veía, sino que su labor se reducía a la simplicidad de comunicarlas. 
Santa Hildegarda nos dice que sus visiones nos las veía en sueños, ni en éxtasis, ni con los ojos corporales o los oídos humanos:
“Sino que las veo con mis ojos y mis oídos humanos interiormente, cuando estoy despierta. Simplemente en espíritu, y las he recibido en lugares descubiertos según la voluntad de Dios”.
Es decir, las percibió a través de los sentidos corporales, pero la inspiración venía del interior, del alma (o si se quiere de la mente), como una cosa infunsa desde lo Alto. Comenzó entonces a escribir entusiasta, ayudada por Volmar, su secretario y copista, y por Richardis de Stade, una monja de su comunidad por la que llegó a sentir un gran cariño.

En 1148, Santa Hildegarda dió inicio a un plan para fundar un convento en Ruperstberg. Desde algún tiempo atrás ya se había hecho evidente que la comunidad de religiosas se encontraba demasiado ceñida en el pequeño claustro que se les había destinado en Disibodenberg, así que la abadesa comenzó las gestiones para un nuevo establecimiento. Ante esto, los monjes se opusieron al traslado pues veían disminuir sus donativos y las visitas al lugar (que atraía a hombres piadosos con aras de conocer a la abadesa). La tenacidad de Hildegarda se sobrepuso y en 1150 el Arzobispo consagró el nuevo monasterio dedicado a San Ruperto  de Bingen. Es de reconocerle esta labor pues en aquella época los monasterios benedictinos femeninos no tenían un gobierno propio y sus monasterios siempre dependían de uno masculino. Ella rompió con esa barrera y se puede decir que su convento fue el primer establecimiento femenino que no estaba adosado a uno masculino.
HILDEGARDA FUNDADORA,
 CON SUS MONJAS

Las visiones se siguieron manifestando y darían como fruto numerosos tratados que le dieron la fama de escritora.