Hacer "Silencio" en nuestra mente, cuerpo y corazón nos lleva a pacificarnos y no sólo con nosotros mismos sino también con "otros" en la verdad y la autenticidad.
El silencio del que hablamos es un silencio orante querido y buscado en tiempos y espacios propios, como ayuda para escuchar desde dentro.., en lo interior:
1ª- Lo que dice mi conciencia profunda de mí mismo.
En la introspección recojo señales de como estoy, quien soy, como vivo mis opciones, mi autonomía y libertad y si voy por el camino que me conduce por la senda que me llama a caminar.
2ª- En el silencio de la oración, puedo escudriñar quienes son para mi los otros, identificándolos necesitados de misericordia para no juzgarlos.
2ª- En el silencio de la oración, puedo escudriñar quienes son para mi los otros, identificándolos necesitados de misericordia para no juzgarlos.
3ª- El silencio es el territorio del Espìritu, de la oración íntima y del encuentro con Dios. El soplo del Espìritu es como el viento que pasa...como un susurro o un huracàn. No lo dejemos ir. ¡Captémoslo! Estemos vigilantes ya que Él es quien nos enseña la verdad.

En el silencio podremos adentrarnos en un universo rico y fascinante que nos va develando identidades: la nuestra, la de otras personas y la de los seres de la creación...