martes, 9 de abril de 2019


La condenación a muerte de Jesús 
Reflexión de Cuaresma.
 Jesús vivió intensamente el amor a su Padre, y con su vida, palabras y obras de misericordia enseñó una nueva manera de vivir la  relación con Dios y las personas.   Enseñó la libertad de los hijos de Dios, depurando el legado de Moisés y actuando según el corazón de Dios. 

Los piadosos del templo se escandaliban; para ellos, Jesús había ido demasiado lejos. Intentaron encuadrarlo dentro de los cánones del tiempo, normas y más normas,... sin embargo a través de parábolas Jesús serguía abriendo posibilidades de ser mujeres y hombres nuevos. Era un profeta molesto para las elites y los letrados, ya que anunciaba un reino de ternura y compasión hacia los pobres y marginados. 

Los autoridades del Templo de Jerusalén, procuraron reducirlo al silencio; enseguida lo enemistaron con el pueblo y con las autoridades romanas; lo expulsaron de la sinagoga, excomulgán­dolo; lo difamaron acusándolo de poseído del demo­nio, de hereje, samaritano, comilón y bebedor y amigo de gente de mala clase; lo amenazaron de muerte haciéndolo ir al exilio; finalmente, decidie­ron matarlo: lo tomaron preso, lo torturaron, y some­tiéndolo a juicio lo crucificaron en el Calvario. La muerte de Jesús en la cruz no fue para ellos sino un crimen más.

San Marcos (3,5) nos dice que Jesús se entristeció profundamente por la dureza de corazón  de los representantes de Dios; se produjo un desgarramiento en el interior de su alma. El no deja de amar, de anunciar la alegría del Reino que nace de la conversión, de creer que el Padre amoroso es también el Padre de los que lo rechazan.
CUESTIONAMIENTO
¿Rechazo yo a alguien? ¿Lo comento haciendo complices de mi rechazo? 

  • Miro a Jesús, tan perseguido, pobre y ridiculizado y me propongo actuar como Él:  ver a las personas más allá de sus apriencias, como lo hace Dios que ve en cada uno lo bueno, con afecto esperando su conversión.

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