miércoles, 4 de diciembre de 2013

UNA MUJER MÍSTICA EXTRAORDINARIA (...CONTINUACIÓN)

HILDEGARDA, Teóloga, Doctora de la iglesia

En la luz del Amor, la Sabiduría me enseña y me ordena decir cómo fui introducida en estas visiones. Las palabras que yo hablo no son mías, sino que la verdadera Sabiduría las pronuncia a través de mí ...


Como visionaria, manifestó lo que ocurría en el plano celeste: reveló la naturaleza de Dios, la disposición de las estrellas, señaló el papel que tiene el hombre en la creación y el plan de salvación que se le tiene destinado, puntualizó la manera en cómo se agrupaban las diferentes jerarquías angélicas en torno al Creador, habló sobre el sacrificio de Cristo y la Iglesia, y muchas otras verdades o dogmas. 
También combatió a los cátaros a través de sus escritos y sermones.

Sus dos obras teológicas son el "Scivias" y "Liber Divinorum Operum" (Libro de las Obras Divinas). Scivias la dividió en tres partes: la primera la dedicó a Dios Padre y a los ángeles, en la siguiente aborda el estudio de la Trinidad, la Iglesia, la Confirmación y el ángel caído. En la última parte hay varios simbolismos relacionados con la plenitud de los tiempos y el Juicio final. 

En Liber Divinorum, señala la complejidad de la Creación y reconoce en ella la gloria y la omnipotencia de Dios. Tomemos, por ejemplo, la descripción que hace de Él en Liber Divinorum y en la cual describe lo que ve y seguidamente señala el significado de la misma. 

Visión sobre el Origen de la vida.
En ella se aprecia la representación trinitaria de Dios:

"Vi como en el centro del cielo austral surgía la imagen de Dios, con apariencia humana, bella y magnífica en su misterio. La belleza y el esplendor de su rostro eran tales que mirar al sol hubiera sido más fácil que mirar aquella imagen. Un ancho círculo dorado ceñía su cabeza. En el mismo círculo, sobre la cabeza, apareció otro rostro, el de un anciano, cuyo mentón y barba rozaban la coronilla del cráneo de la imagen. A cada lado del cuello de esta imagen brotó un ala, y ambas alas se irguieron por encima del mencionado círculo dorado y allí se unieron la una a la otra. El punto extremo de la curvatura del ala derecha llevaba una cabeza de águila, sus ojos de fuego irradiaban el esplendor de los ángeles como en un espejo. En el punto extremo de la curvatura del ala izquierda había algo como un rostro humano que brillaba como relumbran las estrellas. Y estos dos rostros miraban hacia oriente. Además, desde cada hombro de la imagen bajaba otra ala hasta sus rodillas. La imagen estaba revestida por una túnica tan resplandeciente como el sol y en las manos tenía un cordero que brillaba como la deslumbrante luz del día. Bajo los pies aplastaba un monstruo de forma horrible, venenoso y de color negro, y una serpiente". 

Esa imagen le explicó ser Él mismo:  “La energía suprema y abrasadora. Yo soy quien ha encendido la chispa en todos los seres vivientes, nada mortal mana de Mí, y juzgo todas las cosas”. Es decir, se trata de una visión trinitaria de Dios donde se presenta a sí mismo como un hombre con dos cabezas (el Padre y el Espíritu Santo) mientras que en los brazos lleva un Cordero (el Hijo). La cualidad celeste se acentúa por el doble par de alas que tiene. Hildegarda explica que la figura representa al Amor, que los reflejos del espejo son los ángeles y el monstruo y la serpiente representan las injusticias y las dudas (es decir el pecado).

En todos sus tratados, la santa describe lo que ve y después señala lo que la voz interior explica de ellas. Algunas ediciones de sus libros están bellamente decoradas con grabados que la muestran en actitud contemplativa, sentada en banquillo de respaldo alto, con la vista puesta hacia lo alto, mientras que una luz resplandeciente cae sobre su frente, como señalando que recibe la visión. 


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