En
la luz del Amor, la Sabiduría me enseña y me ordena decir cómo fui
introducida en estas visiones. Las palabras que yo hablo no son mías,
sino que la verdadera Sabiduría las pronuncia a través de mí ...”“
Como visionaria, manifestó
lo que ocurría en el plano celeste: reveló la naturaleza de Dios, la
disposición de las estrellas, señaló el papel que tiene el hombre en la
creación y el plan de salvación que se le tiene destinado, puntualizó la manera
en cómo se agrupaban las diferentes jerarquías angélicas en torno al Creador,
habló sobre el sacrificio de Cristo y la Iglesia, y muchas otras verdades o
dogmas.
También combatió a los cátaros a través de sus escritos y sermones.
Sus dos obras teológicas son
el "Scivias" y "Liber Divinorum Operum" (Libro de las Obras
Divinas). Scivias la dividió en tres partes: la primera la dedicó a Dios Padre
y a los ángeles, en la siguiente aborda el estudio de la Trinidad, la Iglesia,
la Confirmación y el ángel caído. En la última parte hay varios simbolismos
relacionados con la plenitud de los tiempos y el Juicio final.
En Liber
Divinorum, señala la complejidad de la Creación y reconoce en ella la gloria y
la omnipotencia de Dios. Tomemos, por ejemplo, la descripción que hace de Él en
Liber Divinorum y en la cual describe lo que ve y seguidamente señala el
significado de la misma.
Visión sobre el Origen de la
vida.
En ella se aprecia la
representación trinitaria de Dios:
"Vi como en el centro
del cielo austral surgía la imagen de Dios, con apariencia humana, bella y
magnífica en su misterio. La belleza y el esplendor de su rostro eran tales que
mirar al sol hubiera sido más fácil que mirar aquella imagen. Un ancho círculo dorado
ceñía su cabeza. En el mismo círculo, sobre la cabeza, apareció otro rostro, el
de un anciano, cuyo mentón y barba rozaban la coronilla del cráneo de la
imagen. A cada lado del cuello de esta imagen brotó un ala, y ambas alas se
irguieron por encima del mencionado círculo dorado y allí se unieron la una a
la otra. El punto extremo de la curvatura del ala derecha llevaba una cabeza de
águila, sus ojos de fuego irradiaban el esplendor de los ángeles como en un
espejo. En el punto extremo de la curvatura del ala izquierda había algo como
un rostro humano que brillaba como relumbran las estrellas. Y estos dos rostros
miraban hacia oriente. Además, desde cada hombro de la imagen bajaba otra ala
hasta sus rodillas. La imagen estaba revestida por una túnica tan
resplandeciente como el sol y en las manos tenía un cordero que brillaba como
la deslumbrante luz del día. Bajo los pies aplastaba un monstruo de forma
horrible, venenoso y de color negro, y una serpiente".
Esa imagen le explicó ser Él
mismo: “La energía suprema y abrasadora. Yo soy quien ha encendido la chispa en
todos los seres vivientes, nada mortal mana de Mí, y juzgo todas las cosas”. Es decir, se trata de una visión trinitaria de Dios donde se presenta a
sí mismo como un hombre con dos cabezas (el Padre y el Espíritu Santo) mientras
que en los brazos lleva un Cordero (el Hijo). La cualidad celeste se acentúa
por el doble par de alas que tiene. Hildegarda explica que la figura representa
al Amor, que los reflejos del espejo son los ángeles y el monstruo y la
serpiente representan las injusticias y las dudas (es decir el pecado).
En todos sus tratados, la
santa describe lo que ve y después señala lo que la voz interior explica de
ellas. Algunas ediciones de sus libros están bellamente decoradas con grabados
que la muestran en actitud contemplativa, sentada en banquillo de respaldo
alto, con la vista puesta hacia lo alto, mientras que una luz resplandeciente
cae sobre su frente, como señalando que recibe la visión.
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miércoles, 4 de diciembre de 2013
UNA MUJER MÍSTICA EXTRAORDINARIA (...CONTINUACIÓN)
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