MARÍA PARTICIPA DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO SU HIJO
Hoy 15 de Agosto, en la Celebración de la Asunción de
María contemplamos lo que estamos llamados a alcanzar en el seguimiento de
Cristo Señor y en la obediencia a su Palabra: al final de nuestro camino en la
tierra, la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte…la resurrección. María en su seguir a su Hijo, ya entró en la plenitud de la unión con Dios,
resucitada, y nos atrae y nos acompaña en nuestro camino.
San Lucas narra que María, después del anuncio del ángel,
"se puso en camino y fue aprisa a la montaña" para visitar a
Isabel (Lc 1, 39). El evangelista, destaca así, que para María, seguir su vocación, dócil al
Espíritu de Dios que ha realizado en ella la encarnación del Verbo, significa recorrer
una nueva senda y emprender en seguida un camino fuera de su casa
dejándose conducir solamente por Dios.
San Ambrosio, comentando la "prisa" de María, afirma: "La gracia del Espíritu Santo no admite lentitud". (Expos. Evang. sec. Lucam, II, 19: pl 15, 1560). La vida de la Virgen es dirigida por Otro, está modelada por el Espíritu Santo, está marcada por acontecimientos y encuentros, pero sobre todo por la especialísima relación con su hijo Jesús.
San Ambrosio, comentando la "prisa" de María, afirma: "La gracia del Espíritu Santo no admite lentitud". (Expos. Evang. sec. Lucam, II, 19: pl 15, 1560). La vida de la Virgen es dirigida por Otro, está modelada por el Espíritu Santo, está marcada por acontecimientos y encuentros, pero sobre todo por la especialísima relación con su hijo Jesús.
Toda la vida es una ascensión, toda la vida es meditación, obediencia, confianza y
esperanza, incluso en medio de la oscuridad; y toda la vida es esa "sagrada
prisa", que sabe que Dios es siempre la prioridad y ninguna otra cosa
debe crear prisa en nuestra existencia.
Nosotros en el
bautismo, fundamentalmente ya hemos resucitado, pero debemos alcanzar
corporalmente lo que el bautismo ya ha comenzado y realizado. En nosotros la
unión con Cristo, la resurrección, es imperfecta, pero para la Virgen María
ya es perfecta, Ella nos da la esperanza
que necesitamos: la esperanza de que podemos vencer, de que Dios ha vencido y
de que, con el bautismo, hemos entrado en esta victoria. No sucumbimos
definitivamente: Dios nos ayuda, nos guía. Esta es la esperanza: esta presencia
del Señor en nosotros, que se hace visible en María elevada al cielo. "
¿CUÁLES SON MIS PRISAS? ¿PRIORIZO A DIOS EN MIS PRISAS?Síntesis y adaptación de la Homilía de Benedicto XVI el día de la Asunción en 2009.
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