
Dios viene Él mismo a romper la cadena del privilegio que siempre genera exclusión, para inaugurar la caricia de la compasión que genera la inclusión, que hace brillar en cada persona la dignidad para la que fue creado. Un niño en pañales nos muestra el poder de Dios interpelante como don, como oferta, como fermento y oportunidad para crear una cultura del encuentro.
Sabemos que desde varios lados somos tentados
para vivir en esta lógica del privilegio que nos aparta-apartando, que nos
excluye-excluyendo, que nos encierra-encerrando los sueños y la vida de tantos
hermanos nuestros.
Hoy
frente al niño Jesús queremos admitir la necesidad de que el Señor nos ilumine,
porque no son pocas las veces que parecemos miopes o quedamos presos de una
actitud altamente integracionista de quien quiere hacer entrar por la fuerza a
otros en sus propios esquemas. Necesitamos de esa luz que nos haga aprender de
nuestros propios errores e intentos a fin de mejorar y superarnos; de esa luz
que nace de la humilde y valiente conciencia del que se anima, una y otra vez,
a levantarse para volver a empezar. Papa Francisco 2017.
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