MARÍA
ASUNTA, VIDA EN PLENITUD
El cielo,
o la absoluta realización humana
Hablar de
esperanzas en el cristianismo, de realidades últimas, significa al fin y al
cabo hablar de una máxima esperanza, un motivo que moviera a todas las demás.
Bien entendido, el Cielo es esta
esperanza máxima.
Debe
entenderse que por cielo no se hace referencia a un lugar específico,
como si ir al cielo significara mudarse a un lugar entre las nubes al
lado de Dios. La palabra cielo se usa porque desde siempre, el lugar del
cielo representa lo inamovible, lo que siempre es estable, lo que es inmenso y
grande, en donde se identifica por su grandeza al lugar en el que debería de
habitar Dios. En el Nuevo Testamento, a esta realidad escatológica también se
le conoce por otros nombres: vida eterna e incluso reino de Dios.
Lo que
significaría “irse al cielo”
El cielo
entonces, como proyección máxima de todas las esperanzas del cristiano
significa algo más que un lugar al que irse a vivir.
Si la
búsqueda de todo ser humano es, partiendo de Dios, volver a Él, viendo a Dios
como la realización plena del Amor y la Vida, el ir al cielo significaría que si la persona tuvo una vida orientada hacia el amor, y
cuando tuviera que tomar su decisión final al morir, lo haría necesariamente
hacia el amor. El cielo representaría el ser plenamente vivo, no sólo vivir
para siempre, sino vivir en plenitud, no el tiempo sino la calidad.
Como en el Reino de Dios, el
cielo se realiza aquí en la tierra cada vez que amamos de verdad, en la entrega
generosa, desinteresada a Dios y a las personas.
Sentir que la vida tiene un sentido, es cuando el cielo sucedería ya.
...y sería
pleno en el más allá
Lo que
aquí se vive no sería la plenitud completa. Esta sólo llegaría en el momento en
que el ser humano termine de nacer, al
morir, a su vida definitiva. Ahí, si en su peregrinar buscó las condiciones que
hacen del cielo un lugar de realización plena, entraría simplemente en ese estado,
su vida quedaría plena de sentido a la luz de Jesucristo.
María, madre de Jesús, mujer fuerte, abierta a Dios, sufrida en la cruz de tu Hijo, peregrina en
la Fe, caminante en esperanza, fiel oidora del Espíritu, discípula y misionera
de Jesús… tu corazón lleno de amor, es biblia
de Dios.
Nos alegramos contigo hija del Padre, porque ya resucitada, gozas en la
intimidad de la plena comunión con Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
..y te gozas compartiendo con los santos y los ángeles.
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