"¿Saben ustedes que en el
estadio todos corren, pero uno solo alcanza el premio? Ustedes corran de tal
manera que lo logren.” I Co 9,24
Estamos desde hace un tiempo en plena
“efervescencia olímpica”, la plena competencia, la capacitación física con el
cultivo del carácter encaminada a conseguir logros destacables, en donde la
competición, los éxitos son una expresión del instinto de pasar a la historia.
San Pablo toma el ejemplo de los atletas para decirnos "Corremos con
perseverancia en la carrera que tenemos delante"… La meta se desplaza cada
vez más allá y, lo que está en juego, es la salvación. Lo evoca en la carta a
los Filipenses: "No es que yo ya haya alcanzado la meta o que ya haya conseguido la perfección, pero sigo corriendo con
la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús”.
En nuestro caso son
otras las competencias que debemos realizar, empezando por la construcción del
Reino de Dios entre las personas y las superaciones personales y comunes
(criterios, hábitos, errores, pecados, limitaciones autoimpuestas,
indiferencias, miedos, estancamientos, cansancios…)
Inspirémonos en estas Olimpíadas para recordar el
relevo en la entrega de la antorcha. Cada una de nosotras tiene la
antorcha que llamea con el fuego del
Espíritu. En la historia de nuestra provincia hemos aprendido a mirar estos
traspasos del Fuego vivo, de unas hermanas que ya corrieron la gran carrera con
Cristo a otras hermanas más jóvenes y éstas a su vez a otras que las van
sucediendo. Nuestro testimonio de vida es la antorcha y el fuego que arde es
nuestro amor.
¿Estaremos haciendo los relevos?
“… una cosa hago: olvido lo que dejé atrás
y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el
premio a que Dios me
llama desde lo alto en
Cristo Jesús. Por lo demás, desde el
punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante. Fl 3, 13,14,16
Tomemos conciencia de la necesidad de preparar atletas para el Estadio de Dios y asegurar el relevo de nuestra misión cristiana. ¿Estamos listos para competir en la Olimpíada de Dios? ¿Nos preocupamos de crear Escuela de Olimpíadas divinas, en
que todos y todas están invitados a ceñirse la corona? Convoquemos a otros y otras para que testimonien el ardor del fuego que los habita, que es el Espíritu divino.
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