JESÚS EL CORDERO DE DIOS.

En el Antiguo Testamento, todo el
sistema sacrificial sirvió de base para la venida de Jesucristo, quien es el
perfecto sacrificio que Dios proveería como expiación por los pecados de Su
pueblo (Romanos 8,3; Hebreos 10).
Jesús es el Cordero Pascual que se entregó por nosotros en la Cruz, que se da en la Eucaristía y que celebra el
banquete de bodas.
En Isaías 53,4.12 se dice que el Siervo carga los pecados de muchos. El Cordero como Siervo sufriente, es Cristo, es aquél que se ofrece libremente a sí mismo para eliminar del mundo el pecado y llevar a Dios a todos sus hermanos.
En
Isaías 53,7 se dice que el Siervo: “No abrió la boca; era como un cordero llevado al matadero y como una oveja ante sus trasquiladores”.
Al
intercambiar el saludo de la paz en la celebración de la Eucaristía, (antes de
la comunión), decimos: Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros y danos la paz. El Celebrante mostrando el Cuerpo
de Cristo,(la Hostia) dice: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo, dichosos
los invitados a la Cena del Señor.
La
Cena es Cristo quien la ha establecido; Él mismo nos invita a participar con corazón lleno de alegría, y Él mismo es el alimento que se nos da: Él, EL Cordero
de Dios. Somos realmente dichosos de participar en este Banquete donde Cristo
se desposa con su Pueblo, para presentarlo a su Padre, sin pecado.
Te acojo Oveja amada, te abrazo en cada hermano y hermana a quien doy la paz.
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