Cada existencia humana viene estructurada por
el dinamismo pascual.
La vida nunca aparece
terminada. Es una tarea que debe realizarse cada día. Obstáculos que deben
superarse. Deseos frustrados. Cada uno tiene que aprender a renunciar y a
aceptar, abriendo camino hacia ascensiones humanizadoras. Muchas veces
comprobamos que hay dimensiones del mundo y de nuestro propio corazón que
solamente se revelan y nos enriquecen cuando el sufrimiento nos penetra como
una espada y las crisis nos liberan de tantas trabas acumuladas.
Las crisis pertenecen a la estructura de la vida en
continuo crecimiento. Significan una oportunidad de penetración en un horizonte
nuevo. Un bienestar existencial que había construido penosamente, comienza a
desvanecerse; no consigue conferir sentido a las experiencias nuevas que nos
sobrevienen. Las estrellas indicadoras de nuestro camino se oscurecen.
Comenzamos a entrar en crisis; nos sentimos amenazados y desorientados; un
sufrimiento secreto, amargura, desesperanza, atormentan el corazón. Pero se
ofrece una oportunidad de acrisolamiento de la vida; sólo resta lo que
realmente cuenta, La médula, las intuiciones fundamentales. La decisión abre
un nuevo espacio y crea una síntesis vital capaz de animar la existencia. Fue
una experiencia de pasión, de muerte y de resurrección. (Síntesis art. Leonardo Boff)
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