Doctores de la Iglesia
Hoy, 7 de octubre de 2012, la Iglesia se llena de alegría al celebrar un
acontecimiento que no se celebra muy a menudo. El Santo Padre Benedicto XVI declaró
hoy Doctores de la Iglesia al sacerdote San
Juan de Ávila y a la abadesa Santa Hildegarda de Bingen,
O.S.B.
¿Qué es ser Doctor de la Iglesia?
El punto decisivo para que un santo, una santa sean proclamados doctores de la Iglesia es que su
doctrina haya sido declarada eminente, que haya gozado de un particular carisma
de sabiduría, dado por el Espíritu Santo para el bien de la Iglesia, comprobado
y ratificado por la influencia benéfica en el pueblo de Dios. Un Maestro, un
Doctor de la Iglesia es, pues, quien ha estudiado y contemplado con singular clarividencia
los misterios más profundos de la fe y es capaz de exponerlos a los fieles de
modo que les sirvan de guía en su formación y en su vida espiritual. Todo esto
lo podemos resumir en que en la figura de un Doctor de la Iglesia brotan torrentes de santidad.
San Juan de Ávila junto con Santa Hildegarda de Bingen, cuentan el
número total de 35 Doctores de la Iglesia.
¿Quiénes son estos dos personajes?
Santa Hildegarda de Bingen nació en 1098 en Renania (Alemania).
Enviada por sus padres a educarse al convento junto a su tía benedictina desde
que tenía ocho años, se hizo benedictina en el monasterio de san Disibodo. Fue
priora de la comunidad femenina y, dado el número siempre creciente de
aspirantes que llamaban a las puertas de su convento, decidió separarse del
complejo monástico masculino trasladando su comunidad de Religiosas a Bingen,
donde transcurrió el resto de su vida. Desde joven había recibido visiones
místicas. Escribió sus visiones y recorrió Europa predicando en público;
trabajó por la reforma de la Iglesia. Su fama de santidad se difundió pronto.
En su obra Scivias resume en treinta y cinco
visiones los eventos de la historia de la salvación, desde la creación
del mundo hasta el fin de los tiempos.
Esta monja, fue teóloga, profetiza, cosmóloga, botánica, sentó principios de medicina natural que hoy
todavía se aplican, sus composiciones musicales son magistrales, es considerada
la primera mujer compositora de la historia cristiana. Fue una de las más
grandes figuras de la Baja Edad Media. Murió en 1179 a los 81 años. Benedicto
XVI autorizó su canonización el 10 de
mayo de este año.
¿Qué
puede decirnos una mujer del siglo XI y un hombre del siglo XVI a quienes
vivimos en el siglo XXI?
Esta gran monja benedictina «también hoy nos habla con gran actualidad».
La santa, que presenta cinco visiones inspiradas en el prólogo del Evangelio de
san Juan, refiere las palabras que el Hijo dirige al Padre: «Toda la obra que
tú has querido y que me has confiado, yo la he llevado a buen fin; yo estoy en
ti, y tú en mí, y somos uno». Exhortaba sobre todo a las comunidades monásticas
y al clero a una vida conforme a su vocación y procuraba la reforma de la
Iglesia a través de sus cartas a Príncipes, Obispos..
San Juan de Ávila nació en Almodóvar del Campo (España) en 1499. Él propuso un camino de
santidad a todo género de personas tanto en el recogimiento de las iglesias y
de los conventos como en el bullicio de las calles, los mercados o las plazas.
Tras haber estudiado Leyes en Salamanca y Artes y Teología en la Universidad de
Alcalá, recibe en 1526 la ordenación sacerdotal y celebra en Almodóvar, su
pueblo natal, la primera misa solemne. Invita a comer, aquel día, a doce
pobres, vende sus cuantiosos bienes y los distribuyese entre los necesitados.
Él acertó a poner adecuadas palabras a la única Palabra que invariablemente
transmitía en su enseñanza y que era Cristo, encarnado, muerto y resucitado por
todos. Él convirtió en oración y en vida su consejo y su predicación. Cristo
crucificado fue siempre su mejor libro. Fue maestro de santos, instrumento de
sonadas conversiones, orientador de conciencias y guía seguro para todo el
pueblo de Dios. Muere con gran fama de santidad el 10 de mayo de 1569 en su
humilde casa de Montilla (Córdoba). Beatificado por el Papa León XIII el 15 de
mayo de 1894, y el 31 de mayo de 1970,
es canonizado por el Papa Pablo VI.
Lo que nos enseñan
A los nuevos Doctores le separan años de vida terrenal, sin embargo
comparten un mismo origen. Los dos provenían de familias acomodadas y los dos
lo dejaron todo atrás para seguir a Cristo, para ser un nuevo Cristo en la
tierra.
San Juan de Ávila nos enseña a tener, como él, «el corazón lleno de fe y
de entusiasmo evangelizador». Hildegarda de Bingen «se distinguió por sabiduría
espiritual y santidad de vida» e «interpretaba las Sagradas Escrituras a la luz
de Dios, aplicándolas a las distintas circunstancias de la vida». Juan de Ávila
destacó porque vivió «dedicado a la oración, al estudio y a la predicación», exhortaba a la «frecuencia de los sacramentos
y de la lectura asidua de la Sagrada Escritura» y predicaba «la fe amorosa y
lealtad obediente que se debe tener con nuestro Señor». Ambos nos invitan a que tomemos conciencia de
la necesidad de conocer la Escritura para crecer en el amor de Cristo.
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