Un estremecimiento
de fe en Navidad
“Muchos siglos después de la creación del
mundo...
Trece siglos después de la salida
de Egipto...
En la 195ª Olimpiada,
en el año 752 de la fundación de
Roma...
En el cuadragésimo segundo año del
imperio de César Augusto,
Jesucristo, Dios eterno
e Hijo del eterno Padre, siendo concebido por obra del Espíritu Santo,
transcurridos nueve meses, nace en Belén de Judá de la Virgen María,
hecho hombre”.
El estremecimiento de Navidad es el estremecimiento
de fe. Esta es la suprema “teofanía” de Dios, la más alta “manifestación
de lo Sagrado”. Descubramos en esta fiesta su carácter de
“misterio tremendo”, de “misterio fascinante” que nos lleva a la
adoración.
Hagamos lo que nos enseñó a hacer María:
¡arrodillarse, adorar y callar... y dejarnos transformar!
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