lunes, 4 de febrero de 2013

El Corazón admirable de María



Juan Eudes (1601-1680), santo del siglo XVII, escribió un libro profundo   y apasionado lleno de citas bíblicas que se llama: “El Corazón admirable de la Madre de Dios”; lo escribió de corazón a corazón abierto con María. Desde 1641 venía trabajando  los textos litúrgicos de la Misa y las Horas para una Fiesta en honor del Corazón de María y había empezado a celebrarla con su comunidad en octubre de ese año. Él la vivía no como fiesta exclusiva de María sino también del Corazón de Jesús, que es, místicamente el verdadero corazón de su Madre. Al escribir los textos litúrgicos, sienta la base teológica de la fiesta en las relaciones de María con la Trinidad.

Con el lenguaje del corazón, el santo se refiere a la vocación y misión de María, a su corazón humano de mujer, de madre, con sus sentimientos y emociones. En el ámbito espiritual, su corazón refleja su interioridad, su capacidad de  amar, de orar, de perfecta discípula de su Hijo, misionera del reino que Él anuncia, y corazón profético  que canta un nuevo orden humano más justo y misericordioso. Su corazón es finalmente,  Jesús mismo, su Hijo que vive en ella y la mantiene a la escucha del Espíritu. Es su corazón místico, en unión con la divinidad.
Llama a este corazón: cofre santo, tesoro del mundo, digno sagrario de Dios; hoguera ardiente de amor.

En 1648, en Autun, Francia y con aprobación del Obispo, celebra al finalizar una gran y fervorosa misión esta fiesta de María en forma solemne, en la catedral y presidida por el obispo. San Juan Eudes es el padre del culto litúrgico al corazón de María, que la familia eudista celebra el 8 de Febrero, con júbilo y devoción.

En las comunidades de la familia eudista rezamos una salutación que dice: “Yo te saludo Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa del Espíritu Santo” que concluye: “Damos gracias al Padre que te eligió, al Hijo que te amó y al Espíritu   Santo que te desposó”.


Dejémonos enseñar por María a vivir según el Corazón de Dios realizando las palabras de Jesús y dejándonos guiar por el Espíritu…  a tener un corazón inflamado de amor.

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