sábado, 30 de marzo de 2013

SÁBADO SANTO

MATER DOLOROSA




                                                    
Junto a la Cruz de Jesús estaba su Madre. Jn 19, 25 
 Jesús muerto es bajado de la cruz y depositado en brazos de su Madre. No podía faltar al lado de su Hijo, como siempre, y ahora lo abraza, lo adora, lo besa, lo acaricia: ¡Mater Dolorosa!

 María entra en la noche oscura del alma. Contempla a Jesús maltratado y muerto; sufre. La Virgen es maestra en fortaleza y piensa en su corazón: ¡ustedes, todos los que pasan por este camino miren y vean si hay dolor semejante al dolor de mi corazón!

      Ella es la primera que supo y quiso participar en el misterio de la salvación. Ella está en el Calvario y allí engendra a toda la Humanidad. Allí se convierte en Madre de todos los creyentes. Esta es la Hora, este es el momento en que María ocupa su papel en la obra redentora de Jesús. 
Aquí hay mucho olor a Madre,  se palpa, se goza…
      
 El Viernes Santo, el primero de la historia,  María, la Madre del Crucificado está de pie junto a la Cruz, agarrada a la Cruz. Contempla la obra de su Hijo, el Salvador del mundo.  Stabat Mater Dolorosa. No grita, pero llora. Está donde debe estar una Madre.

Que ella nos enseñe a descargarnos de nuestros miedos, de nuestras dudas y de nuestras defensas,
 y a caminar hacia la luz, por muy espesa que sea
 la noche.

 Desde que Jesús comulgó con lo más doloroso de nuestra realidad ─ con nuestra muerte ─, en toda realidad podemos comulgar con Él y con su Vida.





    

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