domingo, 20 de febrero de 2011

Vacaciones III: Tiempo de reflexión



En la nueva ley se cumple el Decálogo y es llevado a su perfección

El Evangelio de Jesús presenta un ideal que perfecciona la Ley. El estilo del Evangelio es éste: "Habéis oído que se dijo..., pues yo os digo".

- "Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. ( ver Mt 5, 21-24).

-"Habéis oído el mandamiento: no cometerás adulterio. Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.

- "Está mandado: el que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio. Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer —excepto en caso de unión ilegal— la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio" (Mt 5, 31-32).

- "Habéis oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y cumplirás tus votos al Señor. Pues yo os digo: a vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno" (Mt 5, 33-37).

- "Sabéis que está mandado: ojo por ojo, diente por diente. Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia."

- "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos. Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5, 43-48).

- Jesús inaugura una situación religiosa totalmente nueva.

Con El comienza una nueva era para el hombre: el tiempo de la Gracia. Con El termina el viejo tiempo del Antiguo Testamento: "La Ley y los Profetas llegaron hasta Juan; desde entonces se anuncia el Reino de Dios" (Lc 16, 16). 0 como dice San Juan: "La Ley se dio por medio de Moisés; la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" (Jn 1, 17).

El Evangelio es lo que ninguna ley puede ser por sí misma: "Una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree" (Rm 1, 16). La moral evangélica radica fundamentalmente en la gracia y en el amor (Ga 5, 14; Rm 13, 8-10), y el amor no es una norma exterior de conducta, sino una fuerza interior, un dinamismo nuevo, el don del Espíritu que está grabado en el corazón.