sábado, 17 de septiembre de 2011

El País que Sueño


"Me preguntan por el país que sueño o que deseo.
Y debo decir que mi deseo es que en Chile el hombre y la mujer sean respetados.
El ser humano es lo más hermoso que Dios ha hecho.
El ser humano es “imagen y semejanza ¨ de la belleza y de la bondad de Dios.
Quiero que en mi patria desde que un ser humano es concebido en el vientre de una mujer, hasta que llega a la ancianidad, sea respetado y valorado.
De cualquier condición social, de cualquier pensamiento político, de cualquier credo religioso, todos merecen nuestro respeto.

Quiero que en mi país todos vivan con dignidad.
La lucha contra la miseria es una tarea de la cual nadie puede sentirse excluido.
Quiero que en Chile no haya más miseria para los pobres.
Que cada niño tenga una escuela donde estudiar.
Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud.
Que cada jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia.
Y que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda reunirse a comer, a jugar, y a amarse entrañablemente.

Quiero un país donde reine la solidaridad.
Muchas veces antes las distintas catástrofes que el país ha debido enfrentar, se ha demostrado la generosidad y la nobleza de nuestro pueblo.

No es necesario que los terremotos solamente vengan a unir a los chilenos. Creo que quienes poseen más riquezas deben apoyar y ayudara quienes menos poseen.

Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los más débiles. Y que los sabios deben responsabilizarse de los que permanecen en la ignorancia. La solidaridad es un imperativo urgente para nosotros.
Chile debe desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirse en una patria solidaria.

Quiero un país donde se pueda vivir el amor.
¡Esto es fundamental ¡
Nada sacamos con mejorar los índices económicos o con levantar grandes industrias y edificios, si no crecemos en nuestra capacidad de amar.
Los jóvenes no nos perdonarían esa falta.
Pido y ruego que se escuche a los jóvenes y se les responda como ellos se merecen.
La juventud es nuestra fuerza más hermosa.
Ellos tienen el derecho a ser amados. Y tienen la responsabilidad de aprender a amar de un modo limpio y abierto.
Pido y ruego que la sociedad entera ponga su atención en los jóvenes, pero de un modo especial eso se lo pido y ruego a las familias.
¡No abandonen a los jóvenes! Escúchenlos, miren sus virtudes antes que sus defectos, muéstrenles con sus testimonios un estilo de vivir entusiasmante!

Y por último, quiero para mi patria lo más sagrado que yo puedo decir: que vuelva su mirada hacia el Señor.
Un país fraterno sólo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de nuestro Dios.
He dedicado mi vida a esa tarea: que los hombres y mujeres de mi tierra conozcan al Dios vivo y verdadero, que se dejen amar por El y que lo amen con todo el corazón.
Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del Evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos.
Este es mi sueño para Chile y creo que con la ayuda de María, ese sueño es posible convertirlo en realidad".

Sueño del Cardenal Raúl Silva Henriquez

martes, 13 de septiembre de 2011

Nuestra Salida de este mundo

La existencia humana, vivida cristianamente, es una "salida" continua, un "éxodo", hacia el Reino. La vida es un pasaje, centrado en y atraído por Cristo


PARÁBOLA DE LAS DIEZ JÓVENES.

La historia de las diez jóvenes subraya el aviso de mantenernos preparados para la venida inminente del Señor. No esperemos procurar este "aceite de amor" en el último momento, porque sería tarde ya.



Mt 25,1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

1El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. 2Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.3Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; 4en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. 5El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 6A media noche, se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salgan a recibirlo!». 7Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. 8Y las necias dijeron a las sensatas: «Convídenos un poco de aceite, que se nos apagan las lámparas». 9Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para ustedes y nosotras, mejor es que vayan mejor a comprarlo». 10Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». 12 Pero él respondió: «En verdad no las conozco». 13Por tanto, estén despiertos, porque no saben el día ni la hora”.

REFLEXIÓN SOBRE EL TEXTO

Este texto nos invita a reflexionar sobre los últimos tiempos, a contemplar el Reino de Dios desde la perspectiva de la venida definitiva de Cristo. La jornada hacia el Reino está representada con un icono de la relación de amor entre personas. Nuestro encuentro con Dios, al final de la vida, será un encuentro de amor, la cumbre de la aventura de amor vivida en la jornada de nuestra vida presente.

La distinción entre insensatez y sabiduría de las jóvenes, depende de la preparación, atención y cuidado para mantener las lámparas encendidas, especialmente durante el momento difícil de la espera de la venida del Novio. En un principio, las diez vírgenes eran iguales, en el sentido de que todas empezaron con sus lámparas encendidas. La distinción, sin embargo, viene de su habilidad para mantener la luz encendida hasta el momento del encuentro final con Él.


Nuestra jornada de la vida es una larga preparación, un ejercicio de estar en contacto con la presencia del Novio en sus "rostros diversos", sobre todo en los extraviados, en los últimos y en los más insignificantes (cf. Mt 25,31-46).

ORACIÓN

Señor Jesús,

Ayúdame a mantener mi lámpara encendida

día a día, hasta tu venida.

Haré lo posible para que jamás se apague

el fuego de mi amor por ti.

Haz que pueda vivir en fidelidad a tu gracia

Y en el amor a tu Espíritu. Amén.

VEN SEÑOR JESÚS.