martes, 17 de julio de 2012

Población



 “Sean fecundos y multiplíquense” Gén.1,28



¿Dónde están los niños que faltan?

En un artículo de opinión1, Joaquín García-Huidobro se pregunta:


¿Qué pasa con chilenos y chilenas que han decidido no tener más hijos?
 En ocho años más tendremos trescientos mil niños menos. Habrá que cerrar escuelas, tendremos menos trabajadores, nuestra población estará envejecida, nuestras extensas fronteras sin el resguardo necesario y las ciudades de los extremas despobladas.
Estamos viendo y viviendo el resultado de políticas de control de la natalidad impulsadas por ideologías ajenas a nuestras raíces culturales y religiosas las que muchas veces se han aplicado sin el debido respeto a las opciones de las mujeres, por no decir con imposición en un claro abuso de poder.
Una persona vale más que mil mundos decía San Juan Crisóstomo y con él, San Juan Eudes y Santa M. Eufrasia.
Un ser humano es un microcosmos, un universo que guarda maravillas inestimables, es materia y espíritu, es imagen de Dios, único, irrepetible..!
 Si está en nuestras manos tomar medidas que se traduzcan en políticas de estado, mejor, pero si nuestro ámbito es diferente, podemos movernos, unirnos para que  niños y niñas sean deseados, bienvenidos a un proyecto de vida familiar, social, como ciudadanos y ciudadanas del mundo. 

Los hijos dan quehacer, y bendito quehacer que es crecer con otros. En las relaciones de mutualidad se van sembrando semillas de plenitud humana, familiar, comunitaria, nacional,  universal. Los valores superiores de entrega, donación gratuita van plantando y cultivando  vidas felices y vida eterna. Recordemos que somos inmortales.


¿Dónde están los niños y niñas que faltan?
Quizá en la vida cómoda, egoísta, individualista. En políticas de estado serviles.


¿Cuesta dinero tener hijos?
¡Por Cierto! Una familia cuesta no sólo dinero: cuesta la vida misma que es lo más valioso. Dar vida, traer al mundo una vida inmortal es mucho más que tener un auto, o tres televisores, o celulares de última tecnología, o dos perros, mascotas, cigarrillos, alcohol…

Poblar la tierra es una misión responsable, un compromiso con un proyecto  de vida que anida en el corazón y la mente de las personas desde jóvenes, desde las familias.

Poblar el país es misión de los gobernantes, de los parlamentarios, de los ministros y ministras ( salud, vivienda, mujer, trabajo…), en sus políticas de estado; de los educadores, formadores.
La verdadera riqueza. ¿No será mejor ser medianamente pobre con varios hijos, que rico con una pareja de niños?
Gozar con un ser humano que nace, crece, se desarrolla… vale más que mil mundos.
Jesús, nos invita a ser como niños en la  inocencia, sencillez y alegría, actitudes que   gracias a ellos vamos replicando en la sociedad para construir una vida según Dios.
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1El Mercurio, Domingo 15 de julio de 2012 pág D 15