jueves, 2 de junio de 2016

¡60 AÑOS! UNA BENDICIÓN.




La Vocación a la vida religiosa en comunidad tiene comienzos múltiples. El mío fue progresivo pero no consciente. Desde muy niña se fue desarrollando en mí lo religioso. Percibía a Dios en mis sueños, dormida o en vigilia, en forma de puntitos de colores que se expandían en el universo de mis imágenes, y yo me decía: “este es dios”. Eran imágenes sin fin, extensivas. Más adelante, en las misiones del campo, fueron los cantos, el incienso, las procesiones, la Adoración a la Eucaristía las que conformaron mi experiencia religiosa. La contemplación de la naturaleza, me hablaba de un ser infinito: el mar con su oleaje y sus rompientes en la arena y las rocas con ritmo y melodía peculiar nunca repetidos;  las montañas que no me cansaba de admirar en sus misteriosas formas y colores, y las estrellas lejanas  me abrían a otros mundos del espíritu.
Lecturas sobre religiones de culturas antiguas, me mostraron la sed universal de la humanidad por lo trascendente. Me fascinaba la música de Juan Sebastián Bach especialmente el Magnificat y La Misa en si menor; el Réquiem de Mozart, los Salmos de Stravinski cuyos sonidos me parecían catedrales cósmicas.
Las catedrales de Europa, con su arquitectura ya sea gótica o romana, con sus vitrales, esculturas, sobre relieves, hicieron que me adentrara en los misterios del cristianismo. Iconos y pinturas religiosas inundaron mi mundo interior.
A los 19 años comencé a leer literatura de espiritualidad católica que tocó una fibra esencial de mi existencia: mi meta, lo que yo quería hacer de mi vida. Una religiosa me dijo un día: “tú tienes vocación para la vida consagrada”, y el instrumento de mi ser empezó a vibrar y emitir sonidos nuevos.

En ese momento decidí ser religiosa. Y desde entonces, andado el camino de Jesucristo, ingresé a la comunidad del Buen Pastor, en Angers, Francia. Tenía 20 años y junto a mi nueva familia religiosa, he seguido un proceso de maduración ayudada por el Espíritu de Dios. Tengo 82 años y he vivido 60 al servicio del que es todo misericordia para mí y para las mujeres sufrientes.

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