martes, 26 de abril de 2016

DEJEN QUE LOS NIÑOS VENGAN A MI

LISSETTE


Lissette existía, tenía 11 años y vivía en una especie de orfanato bajo protección judicial. Ella, que a su edad no había infringido ninguna ley, no había ofendido legalmente a nada ni nadie… ni tenía edad para estar “guardada por orden de los tribunales”.


La historia de Lissette y el origen de su muerte sólo evidencian cuán lejos estamos de nuestro prójimo, de ese tú que sólo da sentido a nuestro yo. Dosis de medicamentos que, junto a la angustia, le produjeron un paro cardiorrespiratorio. Mi Dios  ¿dónde estabas cuándo fue violada por su violador sexual, su propio padre? ¿Dónde estabas cuándo su madre, tías, tíos, abuelos vecinos no pudieron… no quisieron… o no se atrevieron a  ver lo que sucedía? ¿Dónde estabas cuando sus guardianes y protectores –cumpliendo con la terrible burocracia- descansaron tranquilos conociendo que ella no andaba bien y no hicieron nada por exigir cambios en la lentitud de las funciones hospitalarias? ¿Dónde estabas cuando Lissette era “des-atendida” por su médico tratante, el psicólogo del Poder Judicial y los profesionales del SENAME que no exigían urgencia a la curación de su dolor de alma y cuerpo? Y más antes aún, ¿dónde estabas cuando la madre no “reaccionaba” ante tales hechos? ¿Estabas ahí y no eras escuchado?

La prensa dice que muchos “hicieron todo lo posible por salvarle la vida”. No lo dudo… ¿pero qué impidió que lo lograran?... y con mucho temor y hasta vergüenza me pregunto ¿de qué habría servido? Dime Jesús… en este contexto, ¿de qué y a quién le habría servido que… una muchachita tan, pero tan, exhausta… tan, pero tan triste… tan, pero tan sola… tan, pero tan mustia… tan, pero tan ajada… tan, pero tan débil… y al borde mismo de la muerte emocional durante toda su vida, se hubiese salvado?

Llevaba siete años en el recinto… casi el 70% de su corta vida… Lissette murió y… la ley dice que a pesar de su inocencia y abuso, “su muerte debía ser certificada por el SML (Servicio Médico Legal)”… Más ultraje todavía… más victimización aún… más de los macabros hachazos de la sociedad en que nació. Se le debe haber enterrado con “oficio”, tal vez muuuucho mejor que los “oficios” de su crianza y cuidado.  “Lo más probable, es que nadie le pida perdón por no haber resguardado al máximo, su pleno derecho a la felicidad y a la vida…” …“Pero, no es un problema de culpas de algunas personas. Es un  problema de justicia social, de  marginación, de pobreza, de brechas de oportunidades, de desigualdades, de riesgos y vulnerabilidades biológicas, psicológicas y culturales”.
En ese sentido, soy parte de la culpa… parte de la comodidad… parte de la indiferencia que no me deja oír ni ver… y para colmo, me autoriza a callar. Lissette, perdón… por “saber” de los niños que viven en esa humillante e indigna carencia y no hacer nada… algo he hecho. He concurrido a votar. He pagado mis impuestos. Me he portado bien. Lissette, por favor perdóname… Aunque el perdón se oponga a la justicia legal (castigar al infractor y reparar el daño), es parte de la justicia de Jesús… ¿Será posible que algún día pueda salvar mi deuda de amor contigo?


Parte de texto, autora Gloria Bensan

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