viernes, 19 de abril de 2019

DE LA MUERTE A LA VIDA



La Pascua cristiana celebra


la resurrección de un torturado y crucificado.


Él realizó el paso y el éxodo de la muerte a la vida. No volvió a la vida que tenía antes, limitada y mortal como la nuestra. En él irrumpió otro tipo de vida no sometida ya a la muerte, que representa la realización de todas las potencialidades presentes en ella (y en nosotros). Aquel Ser  alcanzó por su resurrección tal plenitud que, finalmente, acabó de nacer. Como dijo Pierre Teilhard de Chardin, Jesús, plenamente realizado, explosionó e implosionó hacia dentro de Dios. San Pablo entre perplejo y encantado le llama novissimus Adam (1Cor 15,45), el nuevo Adán, la nueva humanidad. Si el Mesías resucitó, su comunidad, que somos todos nosotros, hasta el cosmos del cual somos parte, participamos de ese evento bienaventurado. Él es el “primero entre muchos hermanos y hermanas” (Rom 8,29). Nosotros le seguiremos.
  A pesar del “viernes santo” de odio y de exaltación de la violencia, la resurrección nos infunde la esperanza de que daremos el paso (pascua) donde ya no habrá nadie que se atreva a favorecer la cultura de la violencia, ni que exalte la tortura, ni que se muestre insensible a  TANTOS ROSTROS DE JESÚS crucificado en la persona de miles de niños y niñas, mujeres y adultos torturados y explotados; de gente sufriente que huye a causa de las guerras, los discriminados; los hambrientos y enfermos, los ancianos solos, las  muertos por venganza, las mujeres asesinadas por sus parejas..
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En Cristo resucitado podremos ver rostros  de personas transformads por su fe en Él y que lo siguen gozosas en el servicio de la justicioa y de la misericordia.

Tomado de Leonardo Boff con adaptaciones.

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