sábado, 1 de junio de 2019

ASCENSIÓN DE JESÚS


Con su ascensión al cielo Cristo fue entronizado en la esfera divina; penetró en un mundo que escapa a nuestras posibilidades. Nadie sube hasta allí si no ha sido elevado por Dios (cfr. Lc 24,51; Hch 1,9). El vive ahora con Dios, en la absoluta perfección, presencia, ubicuidad, amor, gloria, luz, felicidad, una vez alcanzada la meta que toda la creación está llamada a lograr. 

Cuando proclamamos que Cristo subió al cielo pensamos en todo eso.


El paso de Jesús del tiempo a la eternidad, de los hombres a Dios, está descrito según una historia de ocultamiento, forma literaria conocida y común en la antigüedad greco romana y judía. Lucas hizo uso de un género que se prestaba exactamente para exaltar el fin glorioso de un gran personaje. Jesús era mucho mayor que todos ellos pues era el mismo Hijo de Dios que retornaba a Dios de quien había venido.

En el Evangelio lucano Jesús bendice a los discípulos; y  es adorado por ellos por vez primera. Queda así claro que con la ascensión los discípulos comprenderán la dimensión y profundidad del Paso de Jesús al Padre.


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Ahora es el tiempo de la Iglesia, de su misión hasta los confines del orbre; ahora es el tiempo de mirar la realidad del mundo e ir allí donde Cristo nos apremia a entregar amor, justicia, solidaridad y misericordia.

Inadaptación de párrafos del libro "Hablemos de la Otra Vida" del teólogo Leonardo Boff


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