Bienaventurados los pacificadores
En Mateo 5:9, Jesús les dice a sus discípulos “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. La construcción de la paz es un aspecto esencial del carácter cristiano. La paz tiene que ser hecha. Debido al pecado la gente rompe la paz con demasiada facilidad.
Se supone que los cristianos somos pacificadores, lo que significa que deberíamos hacer la paz entre nosotros/as y con la creación. Podemos reconciliar el poder del evangelio en forma visible, lo cual requiere que nosotros mismos estemos reconciliados con Dios.
Como Iglesia, comunidad de paz, tenemos el gozo y la tarea de compartir el don de la paz, conjuntando esfuerzos, experiencias y luchas con todos aquellos que promueven y buscan la paz “de buena voluntad”.
Algunas reflexiones sobre La Paz como preparación para el Año 2011
La palabra hebrea shalom se usa en muchas partes de la Biblia y la traducción al español es paz, que dice relación con experimentar una plenitud con Dios, con los demás y con la creación.
Génesis 3 nos habla de que la buena creación de Dios se echó a perder por el pecado. La paz del jardín del Edén fue destruida. Se rompió la relación de la gente con Dios lo cual dio como resultado una ruptura de las relaciones entre la gente y entre ésta y el medio ambiente.
En
La paz bíblica involucra el cosmos, la naturaleza; tiene una dimensión ecológica. La naturaleza participa creando la paz y, al mismo tiempo, tiene sed de esta paz.
La paz se manifiesta en la fertilidad y en la abundancia. La ausencia de paz se refleja en las sequías, enfermedades, hambrunas, plagas que turban la armonía y el desarrollo humano. Los hombres y mujeres están puestos para cultivar y cuidar este jardín de la creación.
El Nuevo Testamento adopta la idea hebrea de shalom como una plenitud en la presencia de Dios. Los textos del NT sobre la paz nos muestran la paz como don de Jesús, en un contexto de conflicto, cruz y... resurrección. Colosenses 1, 19-20 dice que JESÚS hizo la paz mediante la sangre de su cruz. El proyecto de paz liberadora y dignificadora que anunció Jesús, cuesta, duele.
Otro aspecto del tesoro bíblico sobre la paz es su dimensión social. La paz está casada indisolublemente con la justicia y el derecho (“¡La justicia y la paz se besan!”). La paz nunca se reduce en las Escrituras a un sentimiento privado de tranquilidad, individualista, egoísta, burgués. La paz tiene conexiones estrechas con lo político-militar, con lo social y económico. Es una ilusión tejer la paz al margen de todas las estructuras donde respira el hombre. En el campo de la paz bíblica están siempre presentes las viudas, pobres, marginados sociales; se invita a luchar contra la opresión y se exige un trato más humano hacia las personas dependientes y esclavos. Hoy día se trata de los derechos humanos.
La paz tiene repercusiones sobre la esfera personal singular. Es una experiencia transformante del individuo: es recuperación de su propia dignidad, elimina miedos e inseguridades, comunica una alegría existencial que lo motiva a vivir con esperanza y sentido de lucha comunitaria por acrecentar y comunicar esa paz en su entorno.
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