lunes, 3 de junio de 2013

LA EUCARISTÍA, CENTRO DE LA VIDA CRISTIANA.







Jesús nos ofrece 

el Pan de la Eucaristía.


Cada celebración de la Eucaristía es para nosotros un encuentro personal con Cristo. Al escuchar la palabra  divina, el corazón arde porque es Él quien la explica y proclama, y cuando en la Eucaristía se parte el pan, es a Él a quien se recibe personalmente.


En la Eucaristía experimentamos a Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de nuestras vidas. Él es el Viviente que camina a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos, del dolor y de la muerte, de la alegría y de la fiesta, entrando en nuestras casas y permaneciendo en ellas, alimentándonos con el Pan que da la vida.

La misa dominical es centro de la vida cristiana, de aquí la necesidad de  valorizarla, de participar  en ella activamente y, si es posible, mejor con la familia.


De la Eucaristía ha brotado a lo largo de los siglos un inmenso caudal de caridad, de participación en las dificultades de los demás, de amor y de justicia.1  


La Eucaristía es el Sacramento de la comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento, la fe en Él. Entonces tendremos todos que preguntarnos ante el Señor: ¿cómo vivo la Eucaristía? ¿La vivo en forma anónima o como momento de verdadera comunión con el Señor, pero también con tantos hermanos y hermanas que necesitan de mi amor?

¿Me dejo transformar por Él? 
¿Dejo que el Señor que se dona a mí, me guíe para salir cada vez más de mi pequeño espacio y no tener miedo de donar, de compartir, de amarlo a Él y a los demás?2


1.       cf. Documento de Aparecidacf Aparecida

2.       cf Papa Francisco Misa del Corpus. 2013.cf. Misa de Corpus, Papa Francisco.

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